A raíz del conocido como movimiento 15 m han surgido varias voces en contra de muchas cosas, en particular sobre políticos, el sector del ladrillo, bancos, y un largo etcétera de instituciones empresariales y no empresariales que se han beneficiado a costa de los españolitos de a pie.
Pues bien, y pese a que todavía no lo he visto, creo que se han olvidado de alguien a quien meter y demonizar en esto de echar la culpa a la crisis.
Ese gran olvidado en mi opinión son los particulares, sí los mismos que ahora están sufriendo las consecuencias de la crisis. Sé que esto es del todo impopular, pero se nos olvida asumir la propia responsabilidad que en cuanto a detonante de la crisis tenemos.
Porque si el banco dio crédito a gente insolvente, es porque la gente insolvente estaba de acuerdo en ello, y no sólo de acuerdo, sino que se le ofrecía la posibilidad de vivir por encima de sus posibilidades y ellos se frotaban las manos, y no es por hacerme publicidad pero esto ya lo observé en 2008 en la entrada “Los excesos del crédito al consumo” , pocos meses antes todos se endeudaban para comprar caprichos que duraban menos que la amortización del crédito con el que fueron comprados.
No hablo sólo del consumo, hablo también de la codicia, quien más quien menos todos conocemos a quien se beneficiara de boom inmobiliario, de hecho gente “normal”, no sé: padres de amigos, conocidos, etc, compraban pisos, muchas veces sobre plano, para vender en dos o tres meses y sacarse una tajadita de unos 2 o 3 millones de pesetas… A lo que quiero ir es que todos estábamos cegados por la euforia inmobiliaria, no podemos echar la culpa sólo a los bancos que nos vendían sus productos y decían que en cualquier caso la vivienda nunca baja, lo siento, haberse documentado un poco, no vale con decir que éramos ignorantes, que lo éramos, pero hay que pensar, y como en todas las burbujas hay que bajarse justo cuando estamos en la cresta de la ola…
El problema de fondo es la codicia humana, en esta ocasión le ha tocado al ladrillo, pero ya vendrán otros demonios que al principio los veremos como la salvación, y es que la euforia se retroalimenta a si misma hasta que se llega al crack.
Sólo quería decir esto: Señores, asumamos cada uno nuestra responsabilidad, que es muy fácil y ahora está muy de moda vilipendiar a los bancos, pero para la concesión de un crédito o una hipoteca hacen falta dos firmas, y una de ellas es la nuestra…